ECOFEMINISMOS EN LOS TERRITORIOS
- inforedgyc
- 30 sept
- 26 Min. de lectura
Actualizado: 1 oct

Por Mariana Iturriza
Fotos: Juliana Chalita
El seminario “Ecofeminsimos populares en los territorios: una visión sistémica frente a la financierización y militarización de la vida” se realizó en Río de Janeiro del 18 al 20 de septiembre. Organizado por el Instituto Equit, la Rebrip, GIIF y la Red de Género y Comercio, con el apoyo de Hivos, Both Ends y E. Böll F.
A dos meses de la realización de la COP30 en Belem do Pará, y en un contexto de fuerte cuestionamiento desde la academia y los movimientos ambientalistas en cuanto a su efectividad y verdadero compromiso en la mitigación del cambio climático, el seminario se propuso como una mirada alternativa y crítica al extractivismo (de recursos naturales, pero también económicos, culturales, tecnológicos, etc.) del Sur por el Norte global, a la hegemonía del neoliberalismo y a los autoritarismos que son tendencia en gran parte del mundo, desde una perspectiva ecofeminista.
Se desarrollaron siete paneles de diversos temas vinculados al nuevo orden geopolítico mundial, a la financiarización de la vida, al control social y tecnológico en nuestras sociedades actuales, al extractivismo y el cambio climático, la violencia de género y los fundamentalismos religiosos, la biodiversidad y saberes tradicionales, los cuidados y las tramas de la sostenibilidad de la vida. Participaron investigadoras/es, activistas y referentas territoriales de Brasil, Argentina, México, China, Italia, España y Chile.
Fueron invitadas a participar más de cien activistas de Brasil y otros países de la región, representantes de comunidades indígenas, afrodescendientes y quilombolas, organizaciones sociales y sindicales, que tomaron la palabra en diversas actividades, lo que significó un interesante intercambio de experiencias de resistencias locales a los múltiples extractivismos.
PANELES:
1. LA GEOPOLÍTICA Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL: DESAFÍOS DE LA INTEGRACIÓN REGIONAL Y LAS NUEVAS DINÁMICAS SUR-SUR

El primer panel presentó un panorama de la actual coyuntura geopolítica global, con especial énfasis en la dominación del Sur por el Norte Global y el lugar de los BRICS como un espacio de multilateralismo.
Marta Fernandez es investigadora del BRICS Policy Center de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. Realizó un análisis de la forma en que Estados Unidos atenta contra el multilateralismo y la democratización de las decisiones, intenta imponer su moneda, su lengua y sus reglas. “La supuesta libertad que defiende el gobierno norteamericano es confundida con una falta de regulación”, explicó; “la guerra de aranceles, lejos de ser un instrumento de comercio internacional, es un sistema de sanciones disciplinarias; armas de guerra geopolíticas”.
Frente a este orden, explicó Marta Fernández, los BRICS defienden las instituciones multilaterales como la ONU o el Acuerdo de París aunque saben que deben ser más representativas e incorporar la palabra del sur global. “La última declaración de los BRICS expone que la desigualdad es el eje estructurante de las relaciones internacionales; la riqueza del norte global siempre dependió de la pobreza del sur global” y en este momento, agregó, son esenciales también la soberanía digital y el financiamiento climático.
Sin embargo, dijo, no se deben romantizar ni demonizar a los BRICS; hay que entenderlos con sus limitaciones: por ejemplo, América Latina está subrepresentada, y se trata justamente del territorio que es el nuevo campo de batalla entre EEUU y China, ya que estamos en una carrera por los minerales críticos, necesarios para la transición energética.
En este sentido se pronunció también Graciela Rodríguez, anfitriona del seminario, del Instituto Equit y de la RGC. al referirse al nuevo modelo de desindustrialización del Sur Global promovido por el Norte en estas desiguales relaciones internacionales. “La lógica colonialista nos deja siempre en el lugar de proveedores de materias primas, y seguimos siempre siendo dependientes, realizando una producción y exportación que no va a mejorar la vida de la población”, dijo, y agregó que “las relaciones de poder y conflictos de clases en nuestros países fueron planificados desde ese formato de desindustrialización”.
Los BRICS son países que están luchando por la recuperación de la renta, de los bienes y los recursos naturales. “Aquí también tenemos que recuperar eso: la soberanía de la producción, con un proyecto industrial, tener alimentos baratos, que es algo que siempre tuvieron en el norte gracias a nuestros productos”. En ese sentido, remarcó la importancia de la reforma fiscal, el “arancelazo a las élites” que está sucediendo en Brasil.
“Tenemos que buscar un diálogo entre civilizaciones; no el choque. El feminismo es el indicado para eso, los feminismos del sur podemos crear caminos para ese diálogo civilizatorio”, incorporando la perspectiva ecológica y no punitivista.
Yiping Cai, activista feminista china de DAWN, se refirió al papel de China en el mapa de la nueva geopolítica, vinculado a la temática de género. Mientras Estados Unidos redujo las ayudas internacionales, China empezó a cubrir algunas brechas en países en desarrollo. Pero no siempre esas intervenciones tienen impactos positivos para la población, en cuestiones de género y derechos humanos. Al respecto comentó un estudio de diversos casos sobre el “Impacto de Género del Involucramiento de China en el Sur Global”, donde se analizan esos efectos. Las mujeres se han visto beneficiadas, por ejemplo, en las intervenciones en África, y lo mismo en la zona de Gaza.
Poco se sabe en América Latina acerca de las políticas de género chinas. Yiping Cai comentó que en su país, “el tema del género tiene sus contradicciones”. Explicó que el gobierno confunde igualdad con equidad, habla de “ideología de género” y no acepta la diversidad de género. No considera los temas de género como una prioridad que debe ser discutida a nivel nacional, pero como estrategia, a nivel internacional, se coloca como defensora de esos derechos.
2. NEOLIBERALISMO Y AUTORITARISMO: FINANCIERIZACIÓN DE LA VIDA

El siguiente panel se centró en la financiarización de la vida por el neoliberalismo imperante.
Clara Mattei, economista italiana de la Universidad de Tulsa (EEUU), comenzó su exposición con una referencia al “genocidio de Gaza, que ya lleva dos años, un hecho del que nadie puede escapar, porque es la metáfora del capitalismo actual del Sur global: todos somos palestinos”. Las políticas de austeridad que se implementan en nuestros países son indisociables de la violencia.
La llamada “austeridad”, explicó, es un invento de los economistas y no algo natural del capitalismo. “Los economistas crean una falsa sensación de que no puede haber capitalismo sin austeridad, pero en realidad es algo histórico y mutable. Lejos de ser una expresión de no intervención del gobierno, la austeridad es una intervención muy explícita para proteger al capitalismo”. De esta manera, se neutraliza la intervención del Estado, que siempre interviene para sacar los recursos a la clase obrera en beneficio de las élites. Hay recortes en gastos sociales, vivienda o transporte en favor del capital privado y la industria militar, y ganan además con los aranceles. Porque sí hay dinero para la guerra.
En este sentido, Clara Mattei se refirió a las desigualdades en las cargas tributarias de la clase trabajadora y las élites. La austeridad fiscal también impide que la gente se movilice, debido a la situación precaria: “la austeridad es eficiente para romper el trabajo organizado de los trabajadores”.
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Isabela Callegari, economista del Instituto Eqüit y la RGC, explicó que no solo la austeridad, sino también la deuda es un elemento estructural del capitalismo, ya se trate de deuda interna, externa o de las familias.
Isabela realizó una descripción del sistema monetario financiero, el conjunto de instrumentos, reglas que articulan la economía y que actúa en conjunto con el crédito y, por lo tanto, está intrínsecamente vinculado con la deuda. Resaltó la doble naturaleza de la moneda: por un lado es un producto del capitalismo, pero también es un elemento que afecta la soberanía. Y en este sentido, “los países que no tienen capacidad de producir su propia moneda son países sin soberanía”, y mencionó a Argentina como un país en ese camino.
Esto se vincula con la política fiscal, y en esto Brasil ha dado un paso importante en su soberanía, con el intento de cobrarles impuestos a los más ricos. La teoría económica ortodoxa cumple un papel en la política fiscal, al decir que el sector público pide al sector privado; pero, explicó Isabela, en realidad sucede exactamente lo contrario. El gasto social va a ser dinero nuevo en la reserva de los bancos.
Pese a lo que se cree, señaló, los bancos crean moneda todo el tiempo. Y en esto “hay un carácter antidemocrático”, dijo. Lo mismo sucede con quien establece las tasas de interés. Por eso “es muy importante recuperar las soberanías monetaria y financiera”, concluyó Isabela.
Verónica Gago, politóloga argentina de la UBA, integrante de GIIF y del movimiento NiUnaMenos, resaltó la importancia de las luchas y del estar en las calles como un lugar de pensamiento. Se refirió luego al endeudamiento como el mecanismo que operativiza la financierización de la vida cotidiana y se infiltra en la reproducción de la vida. “Por ejemplo, la manera en que accedemos a derechos como la salud y la educación, está cada vez más mediada por el endeudamiento”, explicó.
Verónica se preguntó desde cuándo y cómo pasó el endeudamiento a ser parte de las relaciones cotidianas. Este momento lo ubicó con el retorno de Argentina al FMI en 2018, en el gobierno de Mauricio Macri, que produjo una modificación del destino del endeudamiento popular al orientarlo a responder a las necesidades básicas, como alimentos y medicamentos. La pandemia del Covid-19 profundizó ese fenómeno. La posterior crisis inflacionaria, sostuvo, es fundamental para entender cómo se produjo la llegada al poder de Milei, “con su discurso que prometía estabilización de la economía a través de la dolarización y de un concepto clave que es el de ‘libertad financiera’: Milei propuso medir la libertad económica a través de la libertad financiera”.
Explicó Verónica, en Argentina se produjo un cambio en la percepción de los derechos, a nivel de la subjetividad: pensar que el acceso a derechos se puede garantizar con herramientas financieras. “Ellos produjeron una subjetivación política. Están diciendo que la palabra ‘derecho’ es un índice de incapacidad del sujeto emprendedor (cuyo éxito dependería del esfuerzo y la meritocracia) que se victimiza para sacar una ventaja; entonces los derechos serían un privilegio”.
La deuda con las tarjetas de crédito, agregó, hoy se habla hasta en las radios, porque es la forma de reproducción social para las mayorías, mientras se ofrecen nuevos endeudamientos con el FMI. Y las fintech (grandes empresas de tecnología financiera) son las que administran ese endeudamiento popular. Todo esto viene junto con un profundo autoritarismo, a pesar de su discurso de libertad. “Desde el Estado y las corporaciones se defiende la centralidad de reacciones violentas como el antifeminismo y antiecologismo de las ultraderechas. Es un momento de contrarrevolución”. Mientras, explicó, del otro lado hay una lucha permanente por salir de la precariedad. “Se popularizó el término crueldad para referirse a esto”, aclaró; “vemos formas intensificadas de la violencia; la financiera es una de las principales.”
3. CONTROL SOCIAL Y TECNOLÓGICO: BIGTECHS Y SUBJETIVIDADES

El panel “Control social y tecnológico: bigtechs y subjetividades” tuvo como primer participante a Sérgio Amadeu, sociólogo de la Universidad Federal ABC de San Pablo, especialista en temas de software libre e inclusión digital.
Los datos, explicó Amadeu, son informaciones cuantificadas, y como tales, un insumo fundamental de la economía digital hoy, y de la llamada inteligencia artificial (IA). Pero la IA no es como se cree un software en el teléfono, explicó, sino algo más parecido a una megamáquina: una estructura gigantesca que precisa de muchos datos con los que crea modelos, que son en realidad aplicación de estadística y probabilidad a los datos extraídos y clasificados, para crear patrones clasificatorios. “Se trata de sistemas automatizados; no hay inteligencia ahí”, dijo Amadeu. Incluso la biometría es un análisis del rostro de las personas, que no es analógico sino probabilístico, basado en un conjunto de algoritmos ‘de entrenamiento’, para la identificación de una persona. “El reconocimiento facial debería ser eliminado, porque es control y vigilancia, y además tiene sesgos racistas”.
Amadeu denunció que, en el mundo digital basado en datos, la división internacional del trabajo les dio a los países del sur el papel de conocer los datos de la población para dárselos a las corporaciones, principalmente norteamericanas, que los usan para generar una base en la IA y crear productos y servicios desarrollados por las bigtechs que venden luego a la población de los países del sur. Los datos de Brasil (universitarios, de salud, etc.), se entregan a las bigtechs, como Google. “Es el colonialismo de datos hecho por la tecnología. Esos datos deberían quedar en Brasil”, remarcó. “Necesitamos trabajar con el concepto de soberanía digital y tecnológica, similar a la soberanía alimentaria: el derecho de las comunidades a elegir qué plantar y qué comer. No nos podemos dejar dominar por el tratamiento de datos que, además, precariza y destroza puestos de trabajo”.
Amadeu contó que los datacenter son almacenes de datos a hiperescala; son gigantescos, pueden tener 500 mil que procesan datos sin trabajadores. Más del 50% son norteamericanos y Donald Trump lanzó un proyecto de inversión para seguir liderando la IA. “Estamos viviendo no solo el fortalecimiento del imperialismo nortemericano a partir de la tecnología, sino el imperialismo epistémico que está dominando la ciencia.”
Además, explicó, esto tiene su impacto en el ambiente, porque estas estructuras gigantes consumen enormes cantidades de agua y de energía eléctrica.
El filósofo italiano Franco Bifo Berardi participó de manera remota, con una visión profundamente crítica de los caminos por los que transita la humanidad. Vinculó el tema del “ser humano en la era digital” con el “genocidio que los sionistas están cometiendo ante los ojos del mundo” que, a su modo de ver, es lo que marca el fin de la esperanza de una humanidad respetuosa del otro.
“Después de 1945 dijimos ‘nunca más’ al genocidio y hoy los descendientes de las víctimas de ese genocidio se volvieron réplicas exactas de los exterminadores” expresó, y manifestó su temor de que la experiencia de mirar un genocidio día tras día marque para siempre la propia posibilidad de imaginar un futuro sin genocidio. “Nunca seremos capaces de decir las palabras ‘nunca más’. Las nuevas generaciones que crecen con esto, no lo creerán”. El genocidio, agregó, no es un incidente aislado, es una tendencia persistente en el colonialismo occidental en la era terminal de hipercolonialismo.
El ser humano pierde la capacidad de procesar todos los estímulos que se mueven rápidamente mediados por la tecnología. El mundo occidental, planteó Berardi, está perdiendo toda capacidad de imaginación del futuro. Y la generación que creció en un ambiente de estimulación hiperrápida desarrolla una capacidad de procesamiento más rápida de los estímulos, pero que tiene como contracara una desaceleración de la emoción, de la racionalización y de la empatía. Se da la convergencia de dos fenómenos: la confusión mental en la población y un surgimiento de una generación joven privada de la capacidad de procesar las emociones y las consecuencias de sus acciones. “Surgió una generación que aprendió más palabras de una máquina que de una persona y tenemos que pensar en las consecuencias de la desensibilización”.
A último momento dejó ver algo de optimismo: “Me doy cuenta de que estoy hablando con personas que viven en un país donde la esperanza prevaleció. Brasil y América Latina en general parecen estar en un mundo diferente, pero tal vez sea una ilusión, una posibilidad”.
Fernanda Bruno, investigadora del Instituto de Psicología de la UFRJ, abordó los vínculos entre la cultura digital y la subjetivación neoliberal: cómo la cultura digital intensifica algunos preceptos del neoliberalismo a nivel de la subjetividad, y cómo esos preceptos afectan las maneras en que las personas se relacionan consigo mismas y con otros/as. “La ‘micromáquina’, ese lugar donde las tecnologías interpelan nuestro afecto, nuestra vida cotidiana, nuestros sueños y subjetividad”.
En internet hay una progresiva concentración de las grandes plataformas que viven del extractivismo de datos, alimentada por la propia actividad lxs usuarixs. Esa plataformización coincide con una internet centrada en el/la usuario/a, que es quien produce el contenido: “Y eso viene con un discurso de empoderamiento de los usuarios que está emparentado con el discurso neoliberal de empoderamiento de los individuos; de ser espectadores pasivos, pasaríamos a ser creadores activos de contenidos”, dijo Fernanda Bruno. Pero, al mismo tiempo, se produce una “precarización” debido al extractivismo de datos. “No tenemos ninguna gestión ni dominio de esos datos ni del contenido”.
Esta es la primera de una serie de paradojas que encuentra Bruno en la forma en que la cultura digital neoliberal interpela nuestra subjetividad:
Por un lado, las plataformas amplían nuestra capacidad de agencia, pero la interacción está cada vez más fuera de nuestro control. Las métricas ya no piden opiniones explícitas ni likes a lxs usuarioxs: se alimentan de datos que pasan al margen de su conciencia, como el tiempo de pantalla.
-Prometían más conexión entre las personas, pero lo que vivimos en realidad es la fragmentación del tejido social y el aislamiento.
-Se presentan como espacios ideales para la comunicación, pero cada vez hay menos capacidad de lidiar con el disenso, las diferencias, la falta de sentido y la ambigüedad. Se dan fenómenos de polarización y de intolerancia. Estas plataformas son la anti comunicación.
“América Latina tiene un repertorio enorme de apropiación y de desvíos tecnológicos, de disidencias y resistencias. Colectivos que trabajan con tecnología en otras direcciones, como el tecnofeminismo”, dijo Fernanda. “Hay que empezar por algún lugar, como la disputa por lo imaginario con las tecnologías, apostar a la posibilidad de contar historias de nuestro imaginario, con otra poética”, concluyó.
La otra cara de la presencia de estas tecnologías en la vida cotidiana, es lo que sucede con lxs trabajadorxs de plataformas. Carina Dos Santos es presidenta del Sindicato de Conductores de Transporte Individual por Aplicación de Rio Grande do Sul (Simtrapli) y directora de la Federación Nacional de los Sindicatos de Conductores de Aplicaciones (Fenasmapp). Es, además, conductora de Uber.
“Estamos asistiendo a una plataformización del trabajo”, dijo Carina, y contó que en Brasil el empleo de plataformas lleva 12 años; “prometían buen pago e independencia económica, pero hoy eso está totalmente desmentido”. Pagan la mitad de lo que pagaban entonces, comentó como uno de los rasgos que muestran el deterioro de las condiciones de trabajo. Las plataformas se quedan con el 40 y hasta el 70% de los honorarios y los autos están en malas condiciones porque no hay dinero para repararlos. Los alquilados, muchas veces están vinculados a la empresa Uber, que les descuenta el alquiler directamente del sueldo al/la conductor/a. Uber incluso les da préstamos a través de bancos vinculados a la empresa. El sindicato interpone demandas en la justicia del trabajo, pero no resultan efectivas.
La actividad sindical también se encuentra en crisis: en un rubro que tiene casi 2 millones de trabajadores, casi todos hombres, el 60% de los choferes apoyan a la derecha. Según contó Carina, es muy difícil liderar un sindicato debido al machismo. Ella misma sufrió amenazas de muerte por su rol al frente del sindicato.
Uno de los grandes problemas para lxs conductorxs es la seguridad. Hay muchos casos de violencia y en particular de violencia de género. Las conductoras tampoco cuentan con protección social en caso de embarazo o tiempo para cuidados. No hay una reglamentación específica para las trabajadoras. “Por eso es importante tener representantes políticos que los representen”, concluyó.
4. NEOLIBERALISMO Y AUTORITARISMO II: EXTRACTIVISMO NEOCOLONIAL, CAMBIOS CLIMÁTICOS E IMPACTOS EN LOS TERRITORIOS

Margarita Olivera es directora del Centro de Estudios e Investigaciones en Economía y Feminismos (NuEFem) de la UFRJ. Abordó el tema del capitalismo, la neocolonialidad y la disputa por la naturaleza.
“Partimos de un consenso común y es que estamos ante una emergencia climática provocada por las grandes estructuras del poder económico, que son las que imponen las soluciones también”, señaló, “y ese poder económico es patriarcal, profundamente machista y racista”.
Las soluciones ambientales que se proponen desde esos lugares, como la transición energética y el empleo verde, no lo son tanto, agregó: las políticas verdes constituyen una nueva forma de industrialización de Estados Unidos y Europa. Los países de América Latina les darán sus minerales para que ellos hagan la transición energética. “La apropiación de esos minerales nos lleva a una situación neocolonial; es la apropiación de todo lo que tenemos”, manifestó.
Se habla de transición energética justa, pero “no hay nada más injusto que la transición energética”. La emisión de gases será la misma o incluso mayor que antes debido al extractivismo. “Es un capitalismo predatorio que viene por nuestros recursos naturales”. Y adviritó que esas políticas nunca tratan temas de raza o de género, a pesar de que estos eventos climáticos extremos afectan más a las mujeres. Los empleos verdes, por ejemplo, se proponen en sectores que emplean hombres blancos.
Para Margarita Olivera, se deben buscar otras soluciones. Dio el ejemplo de Brasil, que está discutiendo ahora los sistemas integrales de cuidado. Sin esas políticas, las mujeres quedan fuera del mercado de trabajo, en países con sistemas de educación y salud públicas muy deficientes. “Necesitamos políticas de cuidados y necesitamos empleos de verdad, no asociados al emprendedurismo, donde no hay derechos laborales”.
Pedrina Belem do Rosario representa una voz desde el territorio. Nació en el Quilombo do Jatimane, en el estado de Bahía. Fue la primera de su familia en ingresar a la universidad. Obtuvo su título en Relaciones Internacionales y decidió llevar a ese ámbito la problemática de su comunidad, cuya economía gira alrededor de la piaçava, una planta de la región. La comunidad tiene un gran problema de saneamiento, porque las empresas tiran el agua sucia en el río.
Pedrina realizó un proyecto de “diplomacia quilombola” para trabajar la problemática de los quilombos a partir de la dinámica de resistencias en las relaciones internacionales.Colocó a la economía quilombola en el centro del análisis mediante una investigación basada en la oralidad y el liderazgo femenino, en trabajo conjunto con la Coordinación nacional de articulación de las comunidades negras rurales quilombolas. “Mi lema de vida fue llevar el Quilombo al mundo y el mundo para dentro del Quilombo.”
Sylvia Siqueira trabaja en el área Democracia de la OSF. “Reconocemos el extractivismo como una continuidad con el sistema colonial”, expresó y manifestó su preocupación por el avance de la violencia en los territorios en disputa, como el asesinato de defensores/as ambientales. Propuso utilizar la creatividad para enfrentarse a las narrativas del poder destructor.
5. VIOLENCIA, MILITARISMO, ILEGALIDADES Y FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO

Mateus Mendes, investigador de la REBRIP explicó algunas semejanzas y diferencias entre el fundamentalismo cristiano y el evangélico o pentecostal, dos movimientos dentro del cristianismo que han ganado mucho poder en Brasil, y sus vínculos con diversas formas de violencias e ilegalidades.
Según explicó, el fundamentalismo siempre se apoyó en el sistema liberal asociado al gran capital y es extremadamente conservador: el lugar de la mujer es procrear y cuidar a su marido; de allí su oposición al programa Bolsa Familia que cobran mayormente las mujeres, porque les da cierta autonomía económica. En este sentido, el pentecostalismo es un poco más inclusivo.
En un principio el fundamentalismo y la iglesia pentecostal eran antagónicos, pero luego se unieron y esto hizo que ganaran más fuerza. Se convirtieron en un fenómeno de masas y punta de lanza contra la educación pública y cualquier política pública de salud, contra la planificación familiar y la ciencia en general. Tienen influencia sobre legisladores, e incluso ocupan bancas en el Congreso. Predican “la Biblia sin Constitución”, comentó Mendes, y agregó, como dato llamativo que, entre los argumentos que dieron para apoyar el golpe de Estado en 2016 contra Dilma Rousseff, aparece 76 veces mencionada la palabra “Dios” y 156 veces la palabra “familia”.
Esta exposición fue complementada por la de Adriana Martins, activista de la Articulación de Mujeres Brasileñas y del Movimiento Negro Unificado-Nova Iguacu de Río de Janeiro.
La expansión del fundamentalismo y el pentecostalismo en Brasil es un proceso que conlleva una fuerte carga de violencia, relató Adriana desde su vivencia cotidiana. “Quienes practicamos religiones de matrices africanas somos los que más sufrimos con estos procesos”. Adriana es sacerdotisa de la religión umbanda y dio un panorama del racismo y la violencia que viven cotidianamente los pueblos de estas religiones y cultos: desde ser obligadxs romper los símbolos sagrados y abandonar los terreiros (templos o centros de culto), hasta violencias físicas que llegan al asesinato. En algunas zonas está prohibido de hecho utilizar la vestimenta blanca de las sacerdotisas. El movimiento feminista también es blanco de esas violencias.
Adriana denunció que existe una alianza entre los fundamentalistas religiosos y el narcotráfico. Las iglesias son lugares de lavado de dinero. También tienen vínculos con el poder político de derecha. La iglesia Universal, que está presente en los 24 estados de Brasil, en muchas ciudades cuenta con recursos policiales.
Esta religión tiene un gran nivel de adhesión. Sin embargo, dijo Adriana, “No es para desesperanzar; necesitamos fortalecer los procesos de construcción colectiva y volver a pensar en nuestros movimientos”.
Regine Schönenberg presentó los resultados de un estudio realizado por la Fundación Heinrich Böll en la que participó como investigadora, sobre las economías ilícitas y el crimen organizado en la Amazonia. Un territorio donde conviven comunidades indígenas y quilombolas, con las iglesias pentecostales, la tala y los incendios de la selva, los garimpos (explotaciones ilegales de minerales como oro), rutas del narcotráfico y otros negocios ilegales, debido a que es la región que tiene la selva tropical y el sistema de agua dulce más grandes del mundo.
“¿Qué es lo legal y lo ilegal?”, preguntó Regine. “Es algo que define la sociedad: vender droga es ilegal en todos lados, pero cortar un árbol de la Amazonia y llevarlo a Europa, no”.
El punto de partida de lo ilegal en esta región, aclaró, es la coexistencia de una gobernanza criminal y estatal, donde el Estado y las organizaciones criminales comparten la legitimidad y el control social. El Comando Vermelho y el PCC (narco organizaciones) junto a milicias se disputan el control del territorio e ingresan en nuevos negocios ilegales como la tala de árboles.
Lo que está en la base es la falta de regulación de propiedad de la tierra y una eterna lucha por los recursos y la forma de vivir. “En la Amazonia, en el fondo el conflicto siempre es la tierra”, afirmó Regine. Por ese motivo hay grandes proyectos de transición energética eólicos ubicados en tierras no reguladas que pertenecen a quilombos.
La tierra que sí está regulada se concentra en pocas manos: la mitad pertenece al 1% de la población; gran parte de ella es de diputados y senadores federales. “La política en Brasilia no decide las cosas por ideología, sino por intereses reales”, concluyó Regine. Los legisladores articulan sus intereses con el frente parlamentario agropecuario y muchas veces con el fundamentalismo religioso. Como contraste, solo el 12% de la tierra es propiedad de mujeres.
Regine explicó que el dominio de la tierra en regiones con escasa o ausente presencia estatal (como la Amazonia) permite que grupos criminales controlen actividades legales e ilícitas, incluyendo la extracción ilegal y el transporte de mercaderías como madera, minerales, drogas y armas. De allí el vínculo entre el narcotráfico y los crímenes ambientales.
Celeste Perosino, antropóloga forense de la Colectiva de Intervención ante las violencias (CIAV), GIIF y NiUnaMenos de Argentina, centró su intervención en la Impericia del Estado en el vínculo entre desaparición y violencias letales.
Celeste investiga la intersección entre las temáticas de femicidios, violencias letales y personas desaparecidas. En Argentina, dijo, esta intersección no está trabajada desde el Estado. No hay datos tampoco que tengan en cuenta las trayectorias vitales, las interseccionalidades de las víctimas de estos delitos.
En 2015, cuando se creó el movimiento Ni Una Menos, se logró que el gobierno diera respuestas con respecto a las violencias y desapariciones de las mujeres, pero esas desapariciones quedaron vinculadas al delito de trata de personas. Desde Ni Una Menos se empezó a hablar de otras desapariciones, pero el Estado no creó políticas públicas para ello.
El problema, explicó Celeste, es que las desapariciones no siempre están vinculadas con el crimen organizado. Muchas veces tienen que ver con las violencias de género más cotidianas que, de esta manera, se invisibilizan. Por eso no existen muchos datos en Argentina sobre desaparición por violencia letales, teniendo en cuenta que la mayor parte de las violencias por motivos de género ocurren en el propio hogar.
6- BIODIVERSIDAD Y SABERES TRADICIONALES Y POPULARES

Martín Arboleda, investigador de la Universidad Diego Portales, recordó el espíritu de la Conferencia de Bandung, 70 años atrás, cuando los países del Tercer Mundo levantaron una misma voz en contra el colonialismo. El desarrollo, que debe ser económico y político, era una tarea pendiente para superar la dependencia.
“El desarrollo no es necesariamente colonialismo, no debemos entenderlo solamente por lo que el liberalismo dice que es. El desarrollo ha estado en la base de numerosas luchas nacionales por la emancipación nacional en el Tercer Mundo: reformas agrarias, procesos de industrialización endógena han sido impulsados por la aspiración de construir una economía soberana y superar la dependencia económica y tecnológica”.
Por eso, explicó, es importante disputar los procesos productivos, mediante una industrialización soberana, y el fomento a la industria pública comunitaria cooperativa.
“Creo que el proyecto para un ecologismo popular y de masas es también disputar los sectores estratégicos: manufactura, construcción, transporte y transformarlo de acuerdo con los objetivos ecológicos y los objetivos climáticos.”
Marcela Vecchione es politóloga, investigadora del Centro de Estudios Avanzados de la Amazonia de la UFPA, donde coordina el Grupo de Investigación sobre los pueblos indígenas y tradicionales en tiempos de cambio climático ReExisTerra. Se refirió a la amenaza que existe y compromete la reproducción social de la sociodiversidad en la Amazonia.
Explicó que la biodiversidad es producida política y colectivamente por las personas. Viene del trabajo colectivo a partir de la organización política de las personas. Se trata de un saber popular.
Marcela trabaja en un proyecto para crear instrumentos que sirvan a las políticas ambientales, un proyecto de integración latinoamericana, de conexión entre los pueblos. Se trata de producir infografías con mapas de diversidad territorial que muestren, por ejemplo, los regímenes diferentes de propiedad de la tierra, o el avance de la tala de bosques. Mapas de la vida. Un proyecto de integración suramericana de conexión entre los pueblos.
Tatiana Oliveira integra el Grupo de trabajo anticapitalismo de CLACSO, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y es Observadora de la Negociación Internacional del Clima. se refirió al cambio climático y el financiamiento climático en el contexto de la COP30.
El Régimen Internacional del Clima (basado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) explicó Tatiana, ha pasado por grandes transformaciones que vemos a diario: guerras entre Estados y dentro de los Estados. Las últimas con el nombre de “progreso” o “desarrollo”, son en realidad “guerras contra las mujeres, los pobres, guerras raciales, contra pueblos indígenas y comunidades locales, contra la naturaleza y por el control de los recursos naturales. La naturaleza es vista como un recurso, como materia prima, y no como un modo de vida sobre todo de las sociedades que viven en esos territorios”.
El régimen internacional del clima es el mayor espacio multilateral activo. Por eso la COP es un espacio de disputa y de lobby privado de empresas internacionales del mercado financiero.
La presidencia de la COP30 este año en manos de Brasil ha incorporado algunas innovaciones en las dinámicas de la negociación. Reorganizó las negociaciones formales e informales por medio de la Agenda de Acción. Se trata de un espacio de múltiples actores frente al cual, como sociedad civil, tenemos dos alternativas: ocupar ese espacio y evitar que sea copado por la iniciativa privada, los lobbistas y las grandes industrias como el petróleo, u organizarse en otras instancias e intentar incidir desde allí en las negociaciones.
Tatiana explicó que otra innovación de la presidencia brasileña fue expandir el régimen del clima a otros temas y agendas; un espacio de disputa de modelos de desarrollo. Ya no se dedica exclusivamente a cuestiones climáticas desde una perspectiva de la conservación, sino que da el pie para incorporar la plataforma de los pueblos indígenas e inaugura agendas como la de transición justa, reconociendo que la agenda climática no puede ser debatida sin las personas, sin los pueblos que son quienes viven la relación con la naturaleza.
La cuestión del financiamiento climático, explicó, es uno de los temas más políticos y se estructura en torno a tres pilares:
-Mitigación: busca reducir los gases de efecto invernadero que afectan la atmósfera. Incluye, por ejemplo, la llamada transición energética.
-Adaptación: son las medidas necesarias para evitar que un evento climático extremo se vuelva una catástrofe; prevenir potenciales efectos futuros de cambio climático. Pueden ser traslado de habitantes, adaptación de infraestructura, etc.
-Reparación de pérdidas: superar una crisis que ya sucedió. Incluye la reconstrucción, en caso de ser necesaria.
El financiamiento que se otorga tiene una relación del 70% para mitigación y 30% para adaptación y reparación, que son las que más afectan la vida concreta de las personas y están subfinanciadas. También son importantes la conservación y la preservación ambiental y socioeconómica, porque afectan la vida de todas las personas.
Todos estos temas están incluidos en el régimen multilateral del clima. “Por eso es fundamental acompañar eso e incidir para que el modelo de desarrollo que salga de esas negociaciones no sea un modelo que profundice las desigualdades sociales”, concluyó Tatiana.
Eunice Guedes es activista de la Articulación de Mujeres Brasileñas y vive en Belem do Pará, en la Amazonia, donde se realizará la cumbre de la COP30. Participa desde hace más de 20 años de un proceso de incidencia surgido del Foro Social Panamazónico que actualmente se encuentra organizando la Cumbre de los Pueblos paralela a la COP30.
Eunice se refirió al cambio climático como un punto de no retorno y contó que en la Amazonia se vivió el año pasado un fenómeno inédito, que fue la desertificación de lugares donde antes había agua. Esto dejó a los pueblos en una extrema inseguridad alimentaria y precariedad de la vida. “La cuestión del cambio climático no es un evento aleatorio, es un fenómeno político. Tenemos que politizarlo, para no pensar que se trata de eventos aislados”, advirtió. Y agregó que las catástrofes impactan más en las mujeres, que muchas veces son víctimas de violencia de género, y en las personas según su raza, diversidad de género u orientación sexual.
Con respecto al proceso de la COP30, comentó que “la resistencia ya comenzó, porque nos organizamos los pueblos originarios y quilombolas desde enero de este año en defensa de un derecho básico que es la educación”. La misma preparación de la Cumbre, alertó, está afectando a la ciudad de Belem, que está intervenida desde hace un mes por distintos Estados.
Finalmente Eunice invitó a participar de la Cumbre de los pueblos que los movimientos sociales están organizando: un espacio de resistencia que tendrá lugar en la Universidad Federal de Pará, y así “poder juntarnos a realizar una jornada en defensa del planeta”.
7 - TRAMAS DE SUSTENTABILIDAD DE LA VIDA

Raquel Gutierrez Aguiar, periodista mexicana de la revista Ojalá, abrió el panel de las Tramas de sustentabilidad de la vida.
“¿Queremos desarrollo?”, preguntó recuperando las discusiones dadas a lo largo las dos jornadas. Frente a la idea de desarrollo, propuso el concepto de trabajo colectivo, de apostar a lo común. “No olvidemos que el vínculo comunitario se crea en el trabajo colectivo”, dijo. Y describió cuatro formas de trabajo para el sostenimiento de la vida: a) el trabajo para producir decisión política sobre lo común (la asamblea), b) el trabajo para encargarnos del asunto común, c) el trabajo para organizar el propio trabajo colectivo, ya sea la minga, el tekio, limpiar la acequia, o tener el cementerio limpio, que es una tecnología política, y d) el trabajo para producir alegría colectiva. “Esa trama comunitaria es lo que a veces olvidamos”, dijo Raquel.
Auricelia Arapium, del Conselho Indígena Tapajós Arapiuns (Citaabt) pertenece a una comunidad indígena que vive en la Amazonia cerca del río Tapajós, sobre el que Lula da Silva firmó un decreto de privatización pocos días atrás. El río además está contaminado por mercurio de los garimpos de oro. Por eso las comunidades indígenas resisten cotidianamente.
La COP30, dijo Auricelia, tiene grandes contradicciones: es vista como si fuese a salvar el mundo, pero en los territorios no saben qué es.
Se presenta como defensora de la Amazonia y de los pueblos indígenas, “pero es una farsa”. Auricelia contó que el municipio de Belem construyó un palco de 30 millones de dólares, pero no tiene dinero para la población.
En muchas zonas, contó, la gente tiene que usar mascarilla en forma permanente debido al humo de los incendios forestales; el río está seco y no existe un programa de adaptación al cambio climático. Los pueblos indígenas y quilombolas reclaman la demarcación y titulación de los territorios, una deuda pendiente. Por eso Pará es un Estado de incesantes luchas y resistencias comunitarias.
Rosana Sampaio compartió la experiencia colectiva de la agricultura familiar, desde la Red de Mujeres productoras del Cerrado de Pantanal (CerraPan), en la región de Matogrosso.
Ante la precariedad y las violencias que sufrían, en 2005 las mujeres de la agricultura familiar decidieron organizarse en una forma de asociativismo. "Resolvimos crear una asociación donde las mujeres podíamos decidir. Queríamos cuidar de esa tierra del Cerrado”, explicó. Y contó cómo se organizaron colectivamente para encontrar respuestas por ejemplo, a la falta del acceso a la salud, con el tratamiento preventivo con plantas medicinales. Frente a la precariedad alimentaria, crearon un sistema de producción, la iniciativa de quintas productivas, que puede alimentar otras comunidades.
“Es una lucha que todos los días enfrentamos y buscamos resistir, pero no con la violencia, sino con la sabiduría. Nuestro sagrado está en condiciones de curar, de alimentar. Y está vivo”.
Marina Cortez, del Instituto Eqüit y la RGC, se refirió a los cuidados como una forma de resistencia al liberalismo. En este sentido, las mujeres son las que cargan con la mayor parte de ese trabajo, y esto ocasiona su exclusión del mercado de trabajo. De esta manera se produce el círculo vicioso, comentado previamente por Verónica Gago, que termina en el endeudamiento para sostener la vida
Para concluir, Lucía Santalices, del Instituto Eqüit y de la RGC realizó una exposición performática sobre el arte y la cultura como formas de resistencia y de lucha.
8- LUCHAS, RESISTENCIAS Y RE-EXISTENCIAS
Durante el seminario hubo varios momentos de intercambio entre las más de cien asistentes y de construcción colectiva.
Como cierre, Luci Cavallero, del Colectivo Ni una Menos y GIIF de Argentina, fue la encargada de hablar de las luchas, resistencias y re-existencias.
Luci contó lo difícil que fue el último año para el pueblo argentino; “hay varias zonas del mundo, territorios que están siendo laboratorios en el corrimiento de umbrales de violencia y eso significó hacer un balance permanente sobre la eficacia de nuestras prácticas, que no estaban adaptadas a la pregunta de cómo hacer política cuando el enemigo es solo destrucción”. La ultraderecha, dijo, se dedicó a sembrar dudas en el movimiento feminista de su propia fuerza, y a hacerle creer que cualquier esfuerzo colectivo resultaba impotente frente a su poder de destrucción.
Finalmente, contó Luci, apareció un horizonte político a partir de la persistencia en la lucha, paradójicamente, de los cuerpos más vulnerables: lxs jubilados, que van todos los miércoles a manifestarse ante el Congreso Nacional, enfrentando con una fuerza totalmente desigual una feroz represión “de una policía que además está recibiendo armas de Israel y Estados Unidos”. Y, por otro lado, la lucha de las personas con discapacidad que “han logrado por primera vez desarmar una de las secuencias políticas que la ultraderecha utilizaba para tratar de inocularnos impotencia, que era vetar sistemáticamente las leyes construidas a partir de las movilización popular”.
Hoy existe un horizonte político a raíz de esas luchas y de una consigna que también ha sido impulsada por el movimiento transfeminista que es la de “unir las luchas es la tarea,
sabiendo que eso es una forma de vida, no es una consigna abstracta: implica involucrarse afectivamente, elaborar políticamente conflictos que aparecen todo el tiempo, tratar de producir confluencia cuando todo está hecho para que nos dividamos y ese es el horizonte político que encontramos”.
Jazmín Bergel Varela, de la Asociación Lola Mora y la RGC, intervino como participante para recordar unas palabras de Cristina Fernández de Kirchner en otro momento de fuertes políticas neoliberales en Argentina, en las que explicó el por qué de su optimismo político: “yo soy militante política, quiero cambiar el mundo y para cambiar el mundo tengo que creer que lo puedo hacer, por lo tanto tengo la obligación de ser optimista”. Pero no se trata de un optimismo vacío o ingenuo, explicó Jazmín, “sino de un optimismo de la capacidad de acción que tenemos colectivamente e individualmente, pero sobre todo colectivamente”.

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