El W20: un verdadero monumento a la meritocracia y al emprendedurismo, carente por completo de una perspectiva de equidad social y comunitaria
Por Red de Género y Comercio
Un mes atrás, mientras el presidente Macri participaba del Foro Económico Mundial en Davos e intentaba apurar el tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, el grupo de mujeres que preside el W20 hacía sus propias negociaciones.
El G20 ya había incorporado hace algunos años “el problema de las mujeres” en su agenda. Una estrategia hábil, ya que las protestas y exigencias de mayor participación política y económica por parte de las mujeres se iban haciendo cada vez más fuertes en todo el mundo. Pero como en el G20 son casi todos varones, tuvieron que crear un foro compuesto por mujeres para hacer propuestas al G20. Ese es el Women20. Y este año ambas conducciones recaen en Argentina.
Así como una conocida marca de ropa en Chile comercializó una remera con la leyenda “Ni una menos”, el W20 y el G20 se apropian de los reclamos justos y legítimos de las mujeres para banalizarlos y vaciarlos de contenido. Se puede deducir esto con solo observar los cuatro pilares del W20 : Inclusión laboral, inclusión financiera, inclusión digital y desarrollo rural (“las mujeres son responsables de la mitad de la producción mundial de alimentos, y sin embargo, la mayoría de ellas no recibe un ingreso por su trabajo”, explica la web).

Resulta inverosímil que, con esos postulados, presidan el W20 Andrea Grobocopatel (sí, directora ejecutiva de Los Grobo, la mega empresa del agro argentino que factura USD 550 millones al año y tiene 50.000 hectáreas de producción, y que en 2014 figuraba en el listado de evasores que fugaron divisas en el escándalo del HSBC) y la diputada de Cambiemos Susana Balbo, “primera dama del vino”, dueña de una bodega de vinos de alta gama que oscilan entre los $300 y los $2000 la botella (y que en 2016 saltó a la fama cuando manifestó públicamente que su salario de diputada de $106 mil era poco: “Deberíamos ganar el doble por lo que dejamos para estar en el Congreso”).
Con esta conducción, el W20 es un verdadero monumento a la meritocracia y al emprendedurismo a los que tan acostumbrados estamos en esta Latinoamérica cada vez más neoliberal, carente por completo de una perspectiva de equidad social y comunitaria. Porque, como siempre decimos, no hay equidad de género sin justicia económica.
Si realmente estas mujeres tuvieran tan solo la intención de propiciar el empoderamiento económico de sus iguales, empezarían por decir !NO! a la reforma previsional y laboral, ¡NO! al libre comercio y por último, ¡NO! al G20.
Como dijimos ante la inclusión de la problemática del empoderamiento económico de las mujeres en la agenda oficial de la OMC: ¡¡¡No en nuestro nombre!!!
Red de Género y Comercio
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