Cuando comenzaba a atisbarse la salida de la pandemia del Covid19, con una secuela de trágicos impactos de morbilidad y mortalidad en todo el mundo, una nueva catástrofe -esta vez a manos de las armas y la guerra- vuelve a sembrar muerte, destrucción y hambre en los escenarios globales. Las tensas relaciones internacionales, las disputas por la hegemonía, la avidez de acaparamiento de una economía financiera que no reconoce fronteras, la concentración de poder de los monopolios, las nuevas configuraciones hegemónicas de las corporaciones informáticas, conducen a repensar un mundo amenazado por catástrofes climáticas, deudas insostenibles, hambrunas y una expansión a escala global del espectro del fascismo asentado en la apatía, el desencanto y la desesperanza de millones de seres humanos que se sienten indefensos, desamparados y excluidos.