Mónica Francisco, una líder negra brasileña en el foro feminista contra el G-20
Por Sonia Santoro para Página12
Fotos: Verín Comán
“Un lugar de resistencia y de utopías”
Es la mujer que tomó la posta de Marielle Franco, la concejala asesinada en Río de Janeiro. En diálogo con Página/12, relata su relación con ella y el significado de su muerte. Y explica por qué el feminismo debe combatir el neoliberalismo que representa el G-20.
No se puede hablar de Mónica Francisco sin hablar de Marielle Franco, la concejala del PSOL asesinada en marzo en Brasil. Diputada estadual electa por el mismo partido, con una trayectoria personal vasta y propia, Francisco habló sobre ese asesinato todavía impune, en el cierre de su charla en la carpa del Foro Feminista contra el G20 frente al Congreso. “El asesinato de Marielle es un mensaje para nosotras las mujeres negras feministas, el movimiento de mujeres que viene de las favelas y periferias de Río de Janeiro con una historia de militancia y denuncia de las violaciones de derechos humanos del terrorismo de estado en Río de Janeiro”, dijo. Además, habló de la necesidad del espacio de resistencia al G20: “Con todos los asesinatos como los de Marielle, Berta Cáceres; con todas las prisiones arbitrarias, con todas las expropiaciones, con todo el proceso político neofascista que amenaza nuestras fragilizadas democracias… Este un lugar de resistencia y de utopías posibles en este mundo caótico”.
Francisco es también pastora evangélica. El 7 de octubre fue elegida por más de 40 mil votos para ocupar el cargo de diputada en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro por el Partido Socialismo y Libertad. Vino a Buenos Aires a participar del “Seminario Internacional: Mundo en convulsión: turbulencias financieras, políticas y tecnológicas. Una perspectiva feminista”, organizado por la Red de Género y Comercio; un espacio de debate sobre temas que plantea el capitalismo financiero hoy, y que contó con la presencia de activistas e investigadoras del feminismo nacional e internacional. En su ponencia habló del crecimiento en Brasil de una economía social, solidaria, feminista, inserta en los territorios y transversal. “Son movimientos moleculares de colectivos de mujeres jóvenes, que tienen diversas pautas que atraviesan la comercialización, para defender el trabajo, la subsistencia, pero también defienden la permanencia en el territorio, en contra de los procesos de desarraigo forzado, y se unen para combatir la falta de políticas públicas”, dijo a este diario. “Se organizan en tecnologías de guerrillas, porque esas mismas mujeres están en movimientos feministas, contra el terrorismo de Estado, en la defensa del agua y el suelo, como las indígenas. Es una tecnología de insumisión”, agregó.
–No es tecnología de apps…
–No (risas). Es creatividad. Son por ejemplo las mujeres lésbicas, jóvenes, negras, que se organizan para subsistir y también para la militancia y un enfrentamiento al machismo, al sexismo, al patriarcado. Por otro lado, si hablamos de economía solidaria, conseguimos construir desde 2003, durante los primeros años del presidente Lula, una política nacional de economía solidaria, políticas regionales, muy alineada al movimiento de mujeres. Y toda esa política viene siendo desmontada, desarticulada. Hay enfrentamientos, hay luchas, hay resistencias en los espacios.
–¿Por qué es importante este foro feminista contra el G20?
–Es fundamental en este momento histórico. Porque materializa un rechazo al G20, a su plataforma para América Latina por lo que representa para las mujeres, para los pueblos originarios. Es fundamental que se tenga un espacio de contraposición a ese discurso predatorio, expropiador del capitalismo liberal, con una presencia más militarizada de los procesos políticos neoliberales y fascistas en América Latina. También es importante para mostrar que hay resistencia y que la presencia de las mujeres es fuerte. Que esta vanguardia feminista se encuentre en Argentina es muy simbólico. Es un lugar de resistencia y de utopías posibles en este mundo caótico. Es un soplo de esperanza; aquí América Latina respira resistencia.
El jueves al mediodía, antes de volver a Brasil, Francisco habló con una foto de Marielle y otras luchadoras y pidió emocionada, por la memoria de Marielle Franco: “No tenemos ninguna respuesta definitiva sobre lo que pasó con Marielle. Es un caso gravísimo sin respuestas, con muchas suposiciones. A nosotros nos parece que aparecen respuestas cuando se aproxima el aniversario de la muerte de Marielle y buscan de alguna forma disminuir la intensidad de los reclamos. Ya hace ocho meses de su muerte –contó minutos después a este diario”.
–¿Interpretan su asesinato como un mensaje?
–Sí, porque solo su presencia era un riesgo muy grande porque Marielle llega al parlamento después de la “primavera de las mujeres” de Brasil. Una movilización que hubo en 2015 contra el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, que decidió aprobar un proyecto de ley para impedir que las mujeres violadas accedan a la píldora del día después con una serie de trabas burocráticas. En las múltiples manifestaciones proabortistas, el lema ‘Fuera Cunha’ se convirtió en el manifiesto de muchas mujeres, que salieron a la calle para reivindicar su derecho a disponer libremente de su cuerpo. Cunha fue la punta de lanza con el tema de la ideología de género. Un antecedente de Bolsonaro. La elección de Marielle fue fruto también de esa movilización de las mujeres. Y no solo las mujeres negras. Pero la elección de Marielle fue una respuesta al ascenso de las mujeres negras del propio movimiento de mujeres, como vanguardia de un enfrentamiento a todo discurso de retroceso de derechos para las mujeres.
–¿Su asesinato te impulsó a decidir tu candidatura?
–Hacía once años que trabajaba con Marielle, antes de que ella fuera candidata. Antes de ser concejala, ella trabajaba con un diputado del mismo partido, que había sido muy importante en la lucha contra el tráfico de drogas y las milicias en Rio de Janeiro. Hizo una comisión para denunciar a los paramilitares en las favelas. La candidatura de Marielle surge de ese trabajo y yo estaba muy cercana a ella porque soy activista de derechos humanos desde hace 30 años: militando en el movimiento popular de las favelas, en los movimientos de las mujeres, de economías solidarias, de radios comunitarias; milité por la democratización de los medios de comunicación. Así, ella comenzó a esbozar la voluntad de que mi candidatura sería importante. Ella decía que muchas otras mujeres negras deberían ocupar lugares para que las mujeres llegaran a la política. En Brasil la participación de las mujeres en la política es muy baja. No llega al 10 por ciento.
–¿Cómo se conjuga el ser pastora con la militancia?
–Soy evangélica hace 30 años y pastora hace tres. Doy misa, predico, doy sermones, es un lugar de servicio. Es importante mi figura como pastora porque deconstruyo la figura de los pastores blancos, capitalistas. En Brasil es muy fuerte la teología de la prosperidad, el fundamentalismo, los pastores como verdaderos semidioses, que dominan las vidas de las personas, que dirigen los deseos de las personas. Es muy importante también mostrar que hay pastores evangélicos progresistas. En la última elección tuvieron un papel muy importante enfrentándose al discurso fundamentalista de los conservadores que apoyaron a Bolsonaro. Conseguimos hacer una alianza de evangélicos progresistas, feministas, con el frente de evangélicas en defensa del aborto. Volviendo a por qué de mi candidatura, cuando dos compañeros desistieron de su candidatura, Marielle vio la oportunidad de mi candidatura porque yo tengo pie en esos dos temas. Y en el Encuentro Feminista del año pasado en Uruguay conversamos de lanzar su candidatura y la mía.
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