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Silvia Federici y Sonia Guajajara en el primer debate

“Cuerpos y territorios: nuevas fronteras extractivas del capital en América Latina”

Ciclo de debates feministas «Conversas Latino-americanas»

Se realizó el primero de los debates feministas del ciclo Conversas latinoamericanas, “Cuerpos y territorios: nuevas fronteras extractivas del capital en América Latina”. En época obligada de virtualidad, más de tres mil personas asistieron al debate través de diversas redes sociales.

“Necesitamos tener un pensamiento crítico de la realidad y, en este momento, precisamos hacer un profundo diagnóstico de la región y que ese diagnóstico nos sirva, tenga consecuencias para buscar salidas y para construir alternativas estratégicas; a veces hacemos un buen análisis de una situación, pero eso luego no se ve reflejado en las realidades y en las prácticas”, dijo la moderadora y organizadora del ciclo Graciela Rodríguez, al introducir a las dos disertantes del debate, Silvia Federici y Sonia Guajajara.

Las nuevas fronteras extractivas del capital

Silvia Federici no necesita presentación, es profesora e investigadora, referente inevitable del feminismo y, como señaló Graciela, “una persona de una honestidad intelectual y de una generosidad sin par; cada una de sus frases es una enseñanza. Está por lanzar un libro que ya en el título nos trae muchas esperanzas y expectativas, muchas posibilidades de construcciones, nuevas formas de pensar este mundo: Encantar el mundo, el feminismo y las políticas de los comunes.”

Silvia comenzó el debate explicando cómo están conectadas hoy en día la política extractivista con la violencia hacia las mujeres:  «El extractivismo, modelo de desarrollo dominante en gran parte del mundo, “es un modelo genocida que desplaza de su territorio a millones de personas, que produce hambre, violencia, y sobre todo violencia sobre las mujeres”, explicó. “Y aquí impera el extractivismo porque en este modelo hay liderazgo del sector energético, de la minería, de la extracción petrolera. Se conecta directamente con el intento de construir nueva tecnología que sirve para reemplazar al trabajo.”

“Los productos se exportan y la gente de la localidad donde se produce la extracción están incapacitados de consumirlos. Es una política genocida porque destruye el territorio, con la contaminación, con el reemplazo de la producción de comida, con la soja, etc. No permite vivir a la gente, que debe morir de contaminación, de hambre o emigrar. El extractivismo está vaciando los territorios. Y por eso se conecta muy directamente a la violencia contra las mujeres. Porque hoy las mujeres campesinas, indígenas, son las que están en la primera línea de lucha contra el extractivismo. Y son el mayor obstáculo a la penetración del capitalismo en su territorio. Estas mujeres son el sujeto primordial del sostenimiento de la vida”.

Silvia Federici se refirió también a otro tipo de extractivismo, que excede al mineral y agrícola e incluye el financiero. El extractivismo amplio, del que habla Verónica Gago en su libro Potencia feminista. “Significa que hoy, en cualquier parte del mundo, para reproducirnos, somos obligadas a usar herramientas financieras, como la tarjeta de crédito. Somos, sobre todo, obligadas a endeudarnos. La deuda es una forma de extractivismo porque roba, extrae recursos, bienes, riqueza social de las comunidades. Es una medida de empobrecimiento, de desertificación del territorio social, de los territorios urbanos. Es importante ver la conexión de las dos formas, porque es a través de la deuda, de la financierización de la vida cotidiana, que el extractivismo mineral, agrícola, puede acumular una inmensa riqueza. Y nos endeudamos porque debemos pagar el transporte, la luz, el gas, la comida. Y cada uno, pagando el transporte, la luz, la comida, pagamos a las grandes compañías petroleras.” Nuevamente las violencias sobre las mujeres: “La mujer endeudada es mucho más vulnerable a la violencia que la te tiene recursos, que puede ser más independiente”.

Viejo nuevo extractivismo

Sonia Guajajara es coordinadora de la APIB, Articulación de Pueblos Indígenas Brasileños, la mayor organización de pueblos indígenas del país. Está al frente de esos procesos de resistencia y lucha contra el extractivismo que está avanzando cada vez más sobre los territorios, vaciándolos, sobre todo de los pueblos indígenas, que son quienes precisamente viven y cuidan esos territorios desde hace muchos siglos.

Tuvo un rol central en la organización de la Marcha de mujeres indígenas en Brasilia de 2019, y fue precandidata a vicepresidenta por el PSOL en 2018.

“Cuando miramos los últimos 500 años de Brasil, de invasión europea y todo lo que ha representado esa expansión, la población y colonización de América Latina, eso ya dice mucho de la explotación de los cuerpos y territorios -comenzó Sonia Guajajara-. Todo plan de desarrollo nacional o de progreso de país ha tenido como base la explotación y exterminio de los pueblos indígenas. Siempre se piensa en el progreso a partir de la muerte: del territorio, del cuerpo, de las personas, de la biodiversidad, del medioambiente. El progreso siempre viene pensado como un sinónimo de destrucción. Y todo ese plan ha tenido como base principalmente la explotación del cuerpo de las mujeres. Me imagino cuántas mujeres indígenas han sido violadas durante ese período de sangre violento de la colonización, del imperialismo, de la dictadura y que perdura hasta hoy. Esas prácticas coloniales siguen muy vivas hasta ahora.”

“Cuando hablamos de ese Brasil hoy multicolor, mixturado, como decimos, es fruto de las niñas, mujeres que han sido llevadas por los varones del café, del cacao, que las robaban violaban, abusaban, mataban, robaban a sus hijos si era niño, y si era niña la abandonaban con la madre. Mucha gente hoy en día ignora su origen.”

“Y el plan de desarrollo que tenía como base el exterminio de los pueblos indígenas sigue siendo el de hoy. Nuestros pueblos siguen siendo expulsados, explotados y las mujeres siguen siendo vistas como objeto.

“Cuando se habla de las mujeres y cuando se habla de territorio nosotras nos sentimos la propia tierra. Estamos muy cercanas al territorio. Nos vemos junto a ese conjunto de bienes naturales que son el agua, la biodiversidad, los animales, la selva. Nosotras somos todo eso. Por eso la Primera Marcha de las Mujeres Indígenas que fue el año pasado en Brasilia -y que fue la primera marcha de mujeres indígenas del mundo- ha tenido este lema: ‘nuestro territorio, nuestro cuerpo, nuestro espíritu’, entendiendo a la tierra como eso sagrado que nos garantiza la vida. No hay posibilidad de separar este conjunto. Cuando nos enfrentamos en defensa de los derechos territoriales ponemos a disposición de esa lucha nuestros cuerpos. Cuando hay un ataque, cuando violentan la tierra, nuestro cuerpo también es totalmente impactado”.

Reencantar el mundo

Graciela aprovechó las palabras de Sonia para poner el foco en los modos de producción indígenas, “que tienen relación con la comunidad y con el cuidado, que son contrarios a esa destrucción inherente al progreso. Cómo esos modos de vida pueden ser un ejemplo. ¿Puede considerarse una nueva forma de reencantar el mundo?” la pregunta fue para Silvia Federici, en relación a su último libro.

“La gran continuidad entre el extractivismo financiero y mineral provoca la necesidad y continuidad de nuestras luchas, respondió Silvia. La digitalización de la vida, del trabajo, de la organización política, es muy problemática. La producción digital está destruyendo al mundo, es la destrucción de los comunes. La extracción de litio, de cobalto, significa la destrucción de comunidades enteras. Todas las luchas están conectadas: cuando rechazamos pagar la luz, estamos luchando también contra las mineras y petroleras. Reencantar el mundo es salir de esta sociedad, de esta lógica capitalista que somete la producción a la destrucción.

Recuperar la relación con la naturaleza, los minerales. Todos los días desaparecen miles de animales. Las selvas del mundo se están quemando. En California amanece con una nube tan negra que hacía pensar en un invierno nuclear; tan fuerte es la contaminación. Reencantar al mundo es cambiar, poner la vida en el centro; una producción de vida en vez de producción de la miseria.”

Sonia, activista por la subsistencia de un modo de vida que precisamente pone a la vida en el centro, explicó que “nos oponemos a ese modelo depredatorio y opresor. Luchar por el territorio tenemos que entender que es luchar por la igualdad, la democracia. Y es necesario democratizar el uso de la tierra, descentralizar el uso de la tierra. Si no rompemos con eso ahora, estamos siendo conniventes; acelerando el caos del planeta.”

“En realidad hablamos de nuevas formas de vida, de alternativas. No son nuevas, sino que hay que rescatar esas formas de vida. El capitalismo ha demostrado que no funciona, solo una elite se beneficia. Cuando hablamos del porcentaje de tierras en manos indígenas, que son el 14% del territorio nacional, para mucha gente eso es demasiada tierra. Y pocas personas cuestionan que el 46% está en manos del 1% de las personas. Si comparamos qué hay en territorio indígena: agua limpia, alimentación sin veneno, floresta de pie, animales vivos, frente al 46% de las tierras en manos del agronegocio, las industrias, la minería: monocultivos, agrotóxico, destrucción, contaminación de alimentos y gente…”

“Dejamos de producir lo que comemos para producir soja. Lo que realmente comemos, es producido por agricultura familiar. Por eso hay que democratizar el uso de la tierra: desmarcar territorios indígenas, quilombolas, fortalecerlos, hacer la reforma agraria y posibilitar la agricultura familiar, lo que garantiza el equilibrio, del clima, medio ambiente, la sostenibilidad de la vida”.

Los procesos de militarización

La siguiente pregunta de Graciela Rodríguez puso la atención sobre el proceso de militarización que se está dando en toda la región de América Latina, para reforzar el modelo extractivista de desarrollo, y en qué medida ese proceso disgrega a las comunidades.

“Cuando se habla de desplazar a millones de personas la militarización es inevitable, -advirtió Silvia Federici-. No se puede imponer una forma de vida de otra manera. Lo vemos también en los Estados Unidos. La policía a Nueva York es el séptimo ejército del mundo. Hay una matanza continua. Hay una militarización de la vida. La policía misma adopta hoy en la calle la misma lógica de armas que usan en Afganistán, en la guerra. No hay distinción entre el militar y la policía. Trump ha mandado militares a las ciudades donde hay manifestaciones. Yo creo que acá también vivimos un golpe no declarado -sentenció refiriéndose a los Estados Unidos, donde se encuentra actualmente-. El gobierno está adoptando medidas que no son legales.”

“Hay una relación directa entre la forma de acumulación, las formas genocidas y la forma de militarizar el territorio”, concluyó.  

Graciela recordó que en Brasil, el presidente Bolsonaro puso al frente del Consejo Nacional de la Amazonia Legal al general Hamilton Mourão, lo que significa la militarización del proceso decisorio y de los organismos de fiscalización y control del tema ambiental.

“El Consejo de la Amazonia es una forma de esconder o camuflar todo el plan de destrucción que está planeado -agregó Sonia Guajajara-. Se crea para decir que hay una instancia de discusión, pero funciona como escudo para parar todas las denuncias que estamos haciendo. Los incendios están un 73% más altos que el año pasado por esta misma época; hay 20.000 focos en la Amazonia brasileña.”

Construir puentes y alternativas

Silvia Federici investiga desde hace décadas los movimientos feministas en todo el mundo. “Yo creo que es necesario reconstruir un poder de abajo, una fuerza de abajo. Nuestra lucha, de las mujeres, debe tener una mirada transnacional. Porque hoy el capitalismo está operando y construyendo poder sobre la capacidad de dividirnos. Tenemos que juntar nuestra lucha. Esto está pasando. Las luchas de las mujeres en América Latina, no solo redes de mujeres indígenas, campesinas. La lucha del campo se tiene que juntar con los barrios, el lugar urbano, porque el enemigo es el mismo, y es la misma dinámica que empobrece a ambos.»

«Hay una necesidad de fortalecer el tejido social. De reconstruir la comunidad como un contrapoder que se pude enfrentar al Estado. Porque la mayor parte de la violencia contra las mujeres viene del Estado, de la policía, los militares; también las compañías.”

Sonia reflexionó también acerca del mejor camino para combatir estas nuevas fronteras del extractivismo: “Me gustaría mucho que podamos articular y aprovechar este ciclo de debates para pensar adónde queremos ir, qué sociedad queremos para el futuro, construir esos puentes. No podemos construir muros. Puentes que conecten continentes. Que las mujeres seamos esos puentes.»

«No podemos dejar que esta pandemia pase para volver al mismo lugar donde estábamos.

Necesitamos juntas reconstruir el país, la sociedad, el mundo que queremos. Un mundo más igual que respete los modos de vida, los derechos, a las mujeres, que tengamos más empatía. Y el pacto de romper con el fascismo, el machismo y el racismo. Solo así vamos a conseguir esa libertad y esa justicia que el mundo necesita”.

Los debates serán virtuales y podrán verse en vivo, en portugués o español en los canales de Youtube de:

ORGANIZAN

GIIF – Grupo Investigación e Intervención Feminista

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