“¿Cómo se mete la Organización Mundial del Comercio en la vida de las trabajadoras?” es el desafiante título del taller organizado por DAWN (Mujeres por un desarrollo alternativo para una nueva era) y RGC (Red de Género y Comercio) en el marco del 14 Eflac.
Coordinado por Flora Partenio, el taller contó con la presencia de economistas y sociólogas de Brasil, Uruguay y Argentina, que hicieron su aporte en esto de entender qué es la OMC, cuáles son sus intereses en esta reunión ministerial que tendrá lugar en Buenos Aires en unos pocos días, y cuáles son los impactos en la vida de las trabajadoras.
“Creada en 1995, La OMC ha sido un mecanismo para afianzar las políticas neoliberales; los gobiernos más progresistas le pusieron frenos y tuvo cuestionamientos también por parte de movimientos sociales que resistieron esas reuniones”, contó Norma Sanchís, de la RGC. “Un economista francés cita a Margaret Thatcher hablando del neoliberalismo: ‘el método es la economía, pero el objetivo es cambiar el alma’. Porque lo que se busca en realidad es un cambio en las relaciones interpersonales; tiene que ver con buscar el éxito, la fragmentación, la privatización, la búsqueda del hedonismo. Unas serie de mecanismos de liberalización de la vida que no tienen nada que ver con una vida solidaria en comunidad.”
“La OMC responde al poder corporativo y, a nivel mundial, se propone liberalizar el flujo de bienes, capitales y servicios, para que trasciendan libremente las fronteras, sin barreras arancelarias. Para ellos necesitan la menor regulación posible de los Estados, y por eso ponen límites a cualquier medida proteccionista, por ejemplo, de la industria nacional. Y pone límites a las medidas de gobierno que implementan políticas distributivas universales.”
“La OMC también plantea acuerdos entre países que se tienen que poner de acuerdo y consensuar medidas, todas con esta orientación. A veces las negociaciones avanzan por medio de los tratados de libre comercio (TLC). En nuestra región fue muy resistido el acuerdo del ALCA, y se logró frenarlo por la fuerza de los movimientos sociales, sindicatos, ambientalistas, una gran resistencia popular sumada a gobiernos que se plantaron con fuerza contra ese acuerdo.”
Del 11 al 13 de diciembre tendrá lugar en Buenos Aires una nueva reunión de la OMC. “Nadie conoce, porque son secretos, los acuerdos que se están negociando. Por eso nos estamos organizando y pensando estrategias para enfrentarla. Mi pregunta es ¿qué tiene que ver todo esto con las mujeres?”
Alma Espino, economista uruguaya, también de la RGC, recogió el guante con una reflexión: “hay una primera cosa que es obvia y es que existe una fuerte relación entre el comercio internacional y la vida de la gente. No estamos pensando siempre en la OMC, pero basta caminar, ver las vidrieras con ropa china y pensar en cómo se han ido cerrando las industrias en nuestros países.”
“Estos acuerdos de comercio internacional inciden en la cantidad y la calidad del consumo. Para consumir hay que tener ingresos, y para tener ingresos hay que tener empleo. El comercio internacional está relacionado con la capacidad de empleo que tienen los países: hay políticas comerciales que pueden contribuir a generar empleo y otras todo lo contrario.”
“Y más allá de lo que nos expliquen gobiernos y economistas, sabemos que los hombres y las mujeres viven de forma diferente en nuestras sociedades: la calidad de empleo, los ingresos que perciben. Nos hace diferentes. Las mujeres tenemos todas esas brechas a nivel laboral y al mismo tiempo hemos superado nuestros niveles educativos en mayor medida que los hombres.La cuestión es en qué medida esas políticas comerciales a las que nos estamos enfrentando pueden incidir en nuestra capacidad de agencia, de convertirnos en agentes de cambio, de tomar decisiones sobre nuestra vida y la de nuestros hogares, si ganamos poder o perdemos poder.”
Corina Rodríguez Enríquez, investigadora argentina del CONICET y de Mujeres por un desarrollo alternativo para una nueva era (DAWN), se refirió a cómo el paradigma del libre comercio, enmarcado en esta idea de la desregulación del mercado como forma de organizar la vida económica, ha llevado a un crecimiento persistente del poder del sector privado, “particularmente en la forma de las corporaciones transnacionales, que son las que más operan en el comercio internacional y las que más se benefician con este paradigma que impone la idea de que lo mejor para el funcionamiento de la economía es que este sector privado no esté regulado y la libre competencia lleve a los equilibrios que la economía necesita.”
“Está muy instalado que para que los países se desarrollen es necesaria la participación del sector privado, que es ese sector el que debe hacer las inversiones. Pero esa participación es controvertida, debido a la incompatibilidad entre el objetivo que tiene ese sector -que es el aumento de la tasa de ganancia- y la sostenibilidad de la vida en sus múltiples formas”.
“La forma de acumular poder de las corporaciones ha ido variando”, explicó Corina; “en un principio era hacer negocios con los Estados, las empresas proveyendo al sector público. Y fue así como los grandes grupos económicos en nuestros países se fortalecieron. Pero ahora estamos en una etapa que se trata de la captura del Estado por parte de las corporaciones. Son los propios representantes de estas corporaciones los que ocupan puestos de tomas de posición. Y esto pone límites a las propias prácticas democráticas.”
“El poder de estas corporaciones y esta capacidad que tienen para imponer sus intereses lleva a la baja en todos los estándares: laboral, tributario, etc. Esto repercute directamente en la vida de las trabajadoras. El otro elemento es la limitación de los espacios para ejercer políticas públicas.”
“Las corporaciones van impregnando su lógica en todos los estamentos: parece que el sector privado puede ser sensible en cuestiones de género: la llamada responsabilidad social empresaria. Por último, los flujos financieros ilícitos (evasión impositiva, elusión o los mecanismos legales para pagar menos impuestos), producen una reducción de la capacidad de los Estados para hacer política pública, y tienen que recurrir a los privados porque no tienen fondos para realizar esas inversiones. Y esas redes que se construyen para garantizar la circulación del flujo financiero ilícito son los mismos circuitos que usan las organizaciones para la trata de personas con fines de explotación laboral o sexual”.
“Por todos estos motivos, concluyó Corina, el avance del poder corporativo está apareciendo en la agenda de organizaciones sociales y feministas”.
Graciela Rodríguez es socióloga, vive en Brasil e integra la Articulacao de Mulheres Brasileiras y la Red de Género y Comercio. “Parece que cuando hablamos de comercio internacional estamos hablando de productos que se venden. Pero en realidad es mucho más que eso. Cuando hablamos del libre comercio que propulsa la OMC hay que pensar en la liberalización de las inversiones, el libre flujo de capitales, que circule el capital en una sociedad que se va financierizando, donde hay lugar para la especulación financiera. Y también hablamos de los servicios, que cada vez más tienen un peso mayor. Nuestras sociedades tienden a la servificación de la economía y las propias empresas van cambiando de una producción de bienes a una de servicios. Es importante resaltar que no hay combate a la pobreza sin servicios públicos y no habrá igualdad de género sin políticas de cuidado por parte de los Estados.”
Como parte de esta globalización y del libre comercio, son estas empresas que instalan sus plantas de montaje en países como México, contratan mujeres con salarios más bajos y en condiciones peores, las trasladan de sus lugares de origen, destrozando los tejidos sociales. Las mujeres, sin ese entorno familiar de contención, se ven expuestas a distintos tipos de violencia, el más extremo, el femicidio.
“En la OMC se discutirán además temas como la agricultura, que es uno de sus temas centrales y en el cual no consigue avanzar en un acuerdo, o la propiedad intelectual, que involucra las patentes de las semillas, por ejemplo. Entonces acá está en juego también la soberanía alimentaria de las mujeres.
“Y hay otro nuevo tema que se suma en esta reunión de la OMC que es el llamado e-commerce, que es en realidad la economía digital del planeta, el control de los datos. Hay un seguimiento de los datos personales, y no solo los que tienen que ver con los consumos, pero además está el tema de los datos de los Estados, de las universidades, lo que se llama big data. Se le dice el nuevo petróleo de la economía, por las ganancias que están en juego, y va a comenzar a discutirse en esta reunión de la OMC.”
Por todo esto, concluyeron las panelistas, es esencial que los movimientos populares y feministas nos involucremos y tengamos en nuestra agenda las discusiones del libre comercio y la OMC. Flora Partenio y Pato Laterre explicaron las acciones que se llevarán a cabo en Buenos Aires durante la Semana de Acción contra la OMC y la Cumbre de los Pueblos.
Casi al final del encuentro, la charla fue interrumpida por el terrible anuncio de un femicidio aquí mismo, en Uruguay, justo en el momento en que miles de mujeres se reunían para organizarse contra todo tipo de violencias.
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