En contextos rurales, la carga de cuidados aumenta, y recae casi exclusivamente en las mujeres, que se organizan en redes
En la comunidad guaraní Yacuy de Tartagal y la comunidad kolla de Nazareno en Salta (Argentina), los grupos familiares están compuestos por varias generaciones, que comparten un mismo terreno o “cerco”, donde se organizan encuentros familiares y otras actividades comunitarias. Esa familia ampliada es una de las redes más importantes que tienen para gestionar los cuidados.
En el cerco, las mujeres desde muy chicas realizan tareas de cuidado de manera colectiva, tanto productivas como reproductivas: cuidado de personas, pero también de los animales que crían para el autoconsumo y de la huerta. A ello se suma la provisión de leña y agua. Este trabajo comunitario que garantiza la sostenibilidad de la vida de la familia, les lleva muchas horas del día, al punto que les impidió a muchas de ellas terminar la escuela o independizarse económicamente.
La desigual distribución de los cuidados entre varones y mujeres tiene que ver con una concepción tradicional de los roles, y se profundiza por las largas ausencias de los hombres, que migran por trabajos temporales.
Los programas de transferencias del Estado (como la Pensión para madres de siete hijos/as, el programa Potenciar Trabajo o el Ingreso Familiar de Emergencia) ayudan a la gestión de los cuidados y producen cambios en la vida de las mujeres: les dan una mayor independencia económica y la posibilidad de manejar los ingresos del hogar.
Los proyectos que incluyen a las mujeres en procesos productivos, ya sean estatales o de organizaciones sociales (por ejemplo de tejido o emprendimientos diversos) fortalecen los vínculos entre las mujeres y alientan su participación social o política.
Estos datos forman parte de la investigación coordinada por la Asociación Lola Mora y ONU Mujeres Argentina en el marco del proyecto Cuidados Comunitarios, y realizada en Salta durante 2023 por la Fundación Comunes.
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